Cobijado en una pérgola a la sombra de los árboles, este espacioso restaurante al aire libre es, desde 2017, un oasis oculto en el barrio de Xochimilco. Los sabores son bastante clásicos, ya que las fuentes de inspiración del chef Miguel Mijangos son su abuela y su infancia, aunque no exclusivamente. Para abrir, la tabla de quesos locales con tomate y hierbas, encurtidos y tostadas crujientes es una delicia por sí sola. La cocina se vuelve creativa en platos como los plátanos rellenos con guarnición de queso y crema y aderezo de mole coloradito. Las propuestas, todas ellas muy bien presentadas, incluyen un desayuno más clásico con memelas, quesadillas y tetelas hechas en el comal de la entrada.