El aclamado chef Curtis Stone presta su nombre y su refinada sensibilidad culinaria a este local junto al mar y, aunque es poco probable que te lo encuentres en persona, puedes estar seguro de que estarás en buenas manos. Como da a entender el olor a humo que perfuma la sala, la cocina aquí es a fuego vivo, con un horno de carbón y una parrilla de leña protagonistas de una breve carta basada en la intensidad y la sencillez. Los platillos principales son los pescados y mariscos de la zona y unos cortes de carne de Oklahoma muy bien marmoleados. Al mismo tiempo, guarniciones como el crujiente pavé de papa con jocoque o los ñoquis fundidos parisinos de achicoria y poblano son lo bastante sabrosas como para bastarse a sí mismas. De postre, la tarta tatin con piña, caramelo con mezcal y helado de vainilla tostada será la opción perfecta.